Por Arantza Ríos
Cuando íbamos a adoptar a Pepa, una perrita mestiza, de ocho años, que sus últimos siete años los había vivido en una casa de acogida, la gente me decía: “ya verás, os va a dar mucho cariño y os va a enseñar muchas cosas”. Y así ha sido.
Lo que más me ha impactado ha sido su capacidad para salir adelante cuando estuvo gravemente enferma.