Por Arantza Ríos

El otro día, en una comida con amigos, está fue la conversación:

  • Te veo mucho mejor, decía el primero amigo.
  • Si, el coach, al que fui, he de deciros que sin mucho convencimiento, me ha ayudado mucho, decía el segundo amigo.
  • ¿Has ido a un coach? ¿Y eso para qué? Yo nunca me hubiese planteado ir a uno, decía el tercero.
  • Pues yo no voy más porqué cuesta dinero, sino…creo que iría mucho más. A todo el mundo le vendría bien tener un coach, decía el primero.
  • Yo era de tu misma opinión, decía el segundo amigo, ¿para qué? pero después de las sesiones pienso como tú, que todo el mundo debería probarlo.

Como veis nos encontramos con distintos niveles de acercamiento a un coach. Desde aquel que ni se plantea la posibilidad de ir, hasta el que es un forofo de dicha disciplina.

A lo largo de mi experiencia como coach, estos son algunos de los motivos que he visto, que movieron a las personas a solicitar el apoyo de un coach:

  1. Conflictos con su jefe directo
  2. Decidir sobre su futuro profesional, dentro de varias alternativas.
  3. Sobrecarga por no ser capaz de gestionar todas las actividades que acomete profesional y personalmente
  4. Querían hacer un cambio en su vida porque se sentían atrapados por la rutina.
  5. Bajos rendimientos académicos
  6. Desarrollar su liderazgo
  7. Baja autoestima y autoconfianza
  8. Stress prolongado en el tiempo
  9. Estar quemados con su situación profesional actual
  10. Dificultad para gestionar el equipo

Si estás pasando por alguna de estas situaciones, no dudes en acercarte a un coach. Él te ayudará a encontrar dentro de ti, las palancas en las que apoyarte, para superar cualquiera de estas situaciones y te empujará a que tomes acciones en la dirección deseada.

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