3ª Parte
Por Arantza Ríos
Las conversaciones con nuestros hijos son un gran aliado en nuestra labor de ayudarles a crecer como personas.
Es una buena fórmula para obtener información sobre múltiples aspectos, todos ellos importantes para su desarrollo, como por ejemplo: cómo se sienten en el colegio; cómo lo viven; cómo son sus relaciones con sus compañeros, con sus profesores y con sus mejores amigos; cómo se enfrentan ante los retos (los deberes, los exámenes, etc.); qué emociones tienen ante distintas situaciones (una mala o buena nota, una exposición en público de un trabajo, una llamada de atención del profesor, una situación injusta, etc.); qué es lo que más les cuesta hacer y lo que menos, etc.
Sin embargo, muchas veces nos resulta difícil entablar conversaciones con ellos y en algunos casos puede ser debido al tipo de pregunta que formulamos.
Precisamente, hablando de este tema, el otro día una amiga me comentaba: “cuando llega mi hijo a casa siempre le pregunto: ¿Qué tal el cole? Y me contesta bien, y no le saco de ahí”.
Recientemente leí una publicación de Liz Evans, en la que hablaba de 25 formas de preguntar a tus hijos, ¿cómo te ha ido el día en el cole? De ella he recogido algunas, que me han parecido más poderosas, para compartir con vosotros. Estas son:
1.- ¿Qué es lo mejor que te ha pasado hoy en el colegio? ¿Qué es lo peor que te ha pasado hoy en el colegio?
2.-Si llamara hoy a tu profesora, ¿Qué me diría de ti?
3.-Si una nave de alienígenas llegara a tu clase y se llevara a alguien, ¿a quién querrías que fuera?
4.-Si mañana fueras tú el profesor, ¿Qué harías? Y ¿Qué no harías?
5.- ¿Dónde juegas más en el recreo?
Desde mi propia experiencia, te ánimo a que pruebes a hacerle a tu hijo este tipo de preguntas y verás cómo la conversación con él comienza a fluir. Además, obtendrás información relevante y llegarás a conocer aspectos de tu hijo que, de otra manera, tardarías mucho más en descubrirlos.
En sentido figurativo yo diría que los niños son como la piña que, hasta que no la abres no sabes realmente como está por dentro.
Además, quedarás prendado tanto por sus respuestas como por su capacidad para encontrar, el sólo, soluciones. Para ello, yo incluyo al final de estas conversaciones la pregunta ¿y tú que puedes hacer? Porque les lleva a la acción y les hace buscar y encontrar, por si solos, soluciones. Este es un aprendizaje, que si lo practican con vosotros, lo llevarán siempre incorporado en su mochila.
No esperes a que tu hijo te cuente las cosas que le pasan al llegar a casa, da tú el primer paso y comparte con él como ha sido tu día.