Por Arantza Ríos
A todos nos ocurre que hay campos de nuestra vida en la que somos tremendamente exitoso y sin embargo, hay otros en lo que no lo somos tanto.
Tuve un coachee que era muy ordenado en su trabajo, concretamente, con sus carpetas y ficheros del ordenador, que mantenía perfectamente ordenadas.
Sin embargo, según él, era muy desordenado con sus papeles de trabajo, que aparecían por todas partes de su mesa. En una sesión de coaching me dijo que le molestaba este desorden y que le gustaría cambiar y ser ordenado con su escritorio, al igual que lo era con sus ficheros.
Entonces, le pedí que reflexionara sobre el proceso que seguía con sus ficheros, y me dijo que lo que hacía era que en cuanto los recibía, inmediatamente, los archivaba o guardaba, en la carpeta correspondiente.
También le pregunté si había otro ámbito de su vida en el que fuera ordenado, y él me dijo que sí, que con su ropa. Y le pregunte: ¿cuál es el proceso que sigues? y me contestó que según se la quitaba, la clasificaba en limpia o sucia. La limpia volvía al armario y la sucia, al cubo de ropa sucia.
Entonces, le pregunté, ¿cómo puedes aplicar el proceso que utilizas para ordenar tus ficheros y ropa, en tu mesa de trabajo? Ya sé, me dijo, tengo que hacer lo mismo, en cuanto entre un papel en la mesa y lo revise, lo tengo que archivar o si saco algo de su sitio (un boli, la grapadora, etc.), en cuanto termine de usarlo, lo tengo que guardar nuevamente en su sitio. Ahora, lo que me pasa, es que saco las cosas cuando las necesito y después de usarlas, no las guardo sino que las dejo por la mesa, y se van acumulando una encima de la otra.
Y así es como esta persona, aplicando el proceso que seguía con éxito en otro ámbito, consiguió, hacer el cambio y convertirse en una persona ordenada también con sus papeles.