Por Victoria Gimeno
Las relaciones perniciosas solo generan sufrimiento. En esta entrevista que me hace Arantza Rios hablo de ello. Ver vídeo.
Por Victoria Gimeno
Las relaciones perniciosas solo generan sufrimiento. En esta entrevista que me hace Arantza Rios hablo de ello. Ver vídeo.
Entendiéndonos como parte de sistemas interrelacionados: coaching sistémico
Por Victoria Gimeno
¿Por qué un problema en el trabajo nos lleva a tener un mal día en nuestra casa?, ¿por qué el comportamiento de nuestra suegra afecta a la familia que hemos creado?, ¿por qué un amigo hace un comentario y tiembla nuestra pareja? Muy sencillo, todos formamos parte de sistemas que están interconectados y la crisis en uno de ellos, familia, trabajo, pareja, círculo de amistades, etc… , produce un sunami en el resto.
Por Victoria Gimeno
Olvídate, no tienes el poder de hacer feliz o infeliz a alguien. La felicidad depende de cada uno, por mucho que te empeñes, aunque regales una rosa a tu chica o le compres un coche, su felicidad no la construyes tú.
Por Victoria Gimeno
Sabemos que con nuestras creencias construimos nuestra realidad, pero también sabemos que con las creencias de los demás sobre nosotros, construimos también nuestra realidad.
Por Victoria Gimeno
No perdonar es llevar una losa a la espalda, es no poder mirar y entrar en el futuro, no pasar página y sentir una y otra vez, resentir, el agravio, la traición, el engaño, el abandono, la rabia, el deseo de venganza, el odio o el dolor que nos causaron.
Nietszche definía el resentimiento como la emoción del esclavo, “no porque el esclavo sea resentido, sino porque quien vive en el resentimiento, vive en la esclavitud”.
Al único que perjudica el resentimiento es a nosotros mismos. La otra parte, “el depredador”, mientras tanto no siente nada, no le pasa nada, no tiene ningún problema. El rencor nos destruye por dentro, nos encarcela, nos deprime y nos aísla, cerrándonos las puertas al crecimiento personal y al aprendizaje.
Cuando perdonamos, por el contrario, nos estamos beneficiando a nosotros mismos, no al otro. No estamos liberando al otro, sino que nos estamos liberando a nosotros mismos. Pensar que al perdonar estamos justificando al otro es un error, lo que hizo si estuvo mal no lo disculpamos, tampoco implica que lo olvidemos, ni que volvamos a relacionarnos con él,y si no satisfizo nuestras expectativas, pues eso no podemos cambiarlo, pero lo que si hacemos al perdonar es dejar de llevar ese peso a nuestra espalda, liberarnos de todas las emociones negativas que nos produce el resentimiento, odio, deseos de venganza, ira, desconfianza, baja autoestima… todas emociones que son incompatibles con la felicidad, además de tener graves consecuencias para nuestra salud.
El psicólogo Norberto Levy dice que perdonar y comprender son conceptos muy parecidos y lo que facilita el perdón es la comprensión. En este sentido,nos deberíamos preguntar qué le pasó a la otra persona para hacer lo que hizo, cuál era la brecha entre su expectativa y la nuestra, y en qué pudimos nosotros contribuir a que nos hirieran.
A corto plazo, no perdonar nos beneficia porque la culpa no está en nosotros, ¡pobres víctimas!, pero si no asumes parte de tu responsabilidad, como ya hemos escrito en este blog, “si no formas parte del problema, no formas parte de la solución”.
El resentimiento es una conversación interna, que tienes contigo mismo, y una y otra vez te recuerdas el daño que te ha causado, te alimentas de mal rollo, te carcome por dentro, no das tregua al sufrimiento, ni al odio, ni al deseo de venganza.
Después de todo lo que he escrito, ¿para qué no vas a perdonar?. Te recomiendo el siguiente ejercicio:
Coge un bolígrafo y un papel, y escribe una lista de las personas a quienes no has perdonado, y a la derecha de cada nombre pon lo que hicieron. Cierra los ojos, y diles que les perdonas, no que les validas, ten una conversación con cada uno de ellos.
Ahora haz otra lista, esta vez escribe los nombres de las personas a las que tú has agraviado y no has pedido perdón, a su derecha pon lo que tú les hiciste. Cierra los ojos y pídeles perdón, aunque nada pueda cambiar y ellos no lo puedan olvidar.
Por último, haz otra lista, y escribe todo lo que te tienes que perdonar a ti mismo, todo aquello de lo que te sientes culpable. Vuelve a cerrar los ojos y perdónate a ti mismo.
Por Arantza Ríos
Nos envejece más la cobardía que el tiempo, los años solo arrugan la piel pero el miedo arruga el alma. Facundo Cabral
El miedo es una emoción, que se produce ante una determinada situación. Es algo natural, que no podemos evitar sentir, pero sí somos -cada uno de nosotros- responsables de permanecer en esta emoción.
El miedo, además, esuna señal que alerta acerca de un problema, nos facilita información sobre una carencia. Veámoslo con un ejemplo: recientemente un excelente profesor, con muchos años de docencia, me dijo: el día que deje de ponerme nervioso antes de dar la clase, estoy perdido, me saldrá mal. ¡Esa es su señal!
Esta señal, como dice Norverto Levy, nos indica que hay desproporción entre la magnitud de la AMENAZA a la que nos enfrentamos y los RECURSOS que tenemos para resolverla. Haciendo uso de las matemáticas podríamos representarlo con esta ecuación:
AMENAZA>RECURSOS = MIEDO
Es decir, que el miedo se produce cuando la amenaza ante la que me enfrento es mayor que los recurso de los que dispongo para hacerla frente.
Veámoslo con un ejemplo: imaginemos a un domador de leones y a mí, metidos en una jaula de un circo y de repente, entra un león (el león es la AMENAZA). ¿Quién tendrá más MIEDO el domador o yo? Probablemente yo, porque los RECURSOS que dispongo para enfrentarme al león son mucho menores que los que dispone el domador, que sabe cómo tratar a los leones, conoce sus movimientos, sus reacciones, y sabe como domarlos.
Estas mismas situaciones de miedo se dan en el entorno laboral. ¿Qué podemos hacer cuando estemos en una situación de amenaza, que nos produce miedo? Revisar los recurso que disponemos para enfrentarla, identificar aquellos que nos faltan y trabajar para adquirirlos (por ejemplo formación, desarrollar habilidades de comunicación, de negociación, asertividad, etc.).
Por otro lado, lo que nosotros nos decimos, nuestro lenguaje interior, también influye en el miedo. “El lenguaje no es inocente”.
Por ejemplo, supongamos que tenemos que impartir una conferencia, y ante la AMENAZA que supone impartirla, podemos actuar hablándonos a nosotros mismos, con estos dos tipos de lenguaje:
Sin duda, en la segunda situación, hablándonos con lenguaje positivo, la probabilidad de que nos salga mejor la conferencia es mucho mayor que si utilizamos lenguaje negativo.
Como conclusión final: ¿qué podemos hacer para afrontar el miedo?
Lo primero de todo, Alíate con el miedo, te está alertando de una carencia.
Y después, ante situaciones de miedo: