2ª Parte
Por Arantza Ríos
En el post anterior os comentaba que aplico el coaching, con mis hijos, de varias formas y que una de ellas era para ayudarles en su desarrollo y como consecuencia para mejorar sus resultados académicos.
Otra forma de aplicarlo es dotándoles de “herramientas” que ellos pueden usar cuando las necesitan. Estas herramientas consisten en preguntas poderosas, que a través de la práctica en casa, han adquirido dentro de sus conversaciones. El objetivo es ayudarles en sus relaciones con los demás y en su comunicación. Las que he les están dando mejores resultados y usan con mayor frecuencia son estas:
¿En qué te basas? Esta pregunta les ayuda a cuestionar y desmontar los juicios que emiten sobre ellos y sus actuaciones.
Por ejemplo, si un compañero les dice: “no has participado casi nada en el trabajo que hemos hecho” y él contesta: “pues no sé porque dices eso porque yo he participado mucho”, entrarían en una guerra dialéctica que no les conduciría a nada. Sin embargo, si utiliza la pregunta poderosa ¿en qué te basas? el compañero le tendrá que dar argumentos objetivos del tipo: “porque de las cinco ocasiones que nos hemos reunido sólo has venido una”, para convertir el juicio en un hecho. Si no es capaz de hacerlo, con esta pregunta repetida varias veces o completándola con la pregunta ¿y qué más?, el juicio quedará desmontado.
¿Para qué? en lugar de ¿por qué? y ¿Para qué no? En lugar de ¿por qué no? La pregunta ¿por qué? generalmente le lleva al otro a ponerse a la defensiva y cuando en una conversación uno se pone a la defensiva, normalmente el otro también lo hace y aquí es donde el proceso de comunicación se rompe. Sin embargo, la pregunta ¿para qué? le llevará a explicar cuál es su finalidad con esa acción y a clarificar, pero no a defenderse.
Imaginaros que llega a casa y ve que su hermano le ha cogido su estuche. Y le pregunta: ¿por qué lo coges? La respuesta suele ser: porque lo necesito, porque quiero, etc.
Sin embargo, si la pregunta es: ¿para qué lo coges? La respuesta puede ser: “para hacer mis deberes”. La conversación, en este caso, será más relajada.
¿Y? Esta pregunta es una de las más poderosas y les sirve para seguir profundizando cuando quieren averiguar algo más sobre una situación, un comportamiento, etc. En definitiva, para continuar indagando y obtener más información valiosa.
Por otro lado, les insisto mucho en la importancia de que las preguntas que formulen sean preguntas abiertas. Como sabéis, en coaching, este tipo de preguntas además de aportar mucha más información sobre nuestro coachee, hacen que la conversación fluya. Por el contrario, con las preguntas cerradas, nuestros hijos sólo conseguirán un sí o un no por respuesta.
El coaching es un aprendizaje que los más pequeños pueden llevar a la práctica, en las relaciones cotidianas con los demás y que os recomiendo, por mi propia experiencia, que practiquéis con ellos preguntas hasta que, primero las interioricen y después, las formulen de forma espontánea, para tener un día a día más satisfactorio.
Una vez que las tengan interiorizadas disfrutareis escuchando a vuestros hijos cómo hacen preguntas poderosas.