Por Victoria Gimeno
Hoy voy a hablar de los intolerantes y de los tolerantes, como comportamientos a evitar.
Muchas veces nos enfadamos con los demás porque creemos que no han actuado como debían, es decir como hubiéramos hecho nosotros. Esta forma de pensar nos sitúa como poseedores de la verdad, nos legitima solo a nosotros, no a los demás.
El intolerante cree que solo él dice lo que hay que decir, que solo él actúa como hay que actuar, solo él piensa como hay que pensar. Ese ser intransigente que tantas veces nos encontramos en todas partes, que nos mira mal en el metro porque nos hemos sentado a su lado en vez de enfrente, o que ha sonreído a alguien que le ha insultado… ¡Y todo porque exigimos a los demás que actúen como nosotros lo haríamos!
Si pensamos que el intolerante nos juzga, también lo hace el tolerante. Este piensa lo mismo que el intolerante pero te “perdona la vida”, es más indulgente. El tolerante dice que es humano ser y actuar de una manera, equivocarse, pero que él lo respeta, pero queridos lectores, al igual que el intolerante tampoco legitima al otro.
El tolerante es el que saluda a su vecino todos los días, aunque este no le contesta nunca y le indulta, pero le juzga como maleducado y le genera una emoción negativa cuando se cruza con él, pero al día siguiente le vuelve a saludar.
Tanto el intolerante como el tolerante malgastan su energía en mayor o menor medida, pero les falta la aceptación. Aceptar es no querer cambiar al otro, respetar sus procesos mentales, estar a su lado, hacerle crecer, no esperar nada de él. La aceptación nos abre al aprendizaje, nos hace fluir con los demás, nos descubre que hay pensamiento más allá del nuestro, que hay verdad más allá de la nuestra. La aceptación nos abre al mundo, nos da otra perspectiva, nos hace mejores.
Intolerar es no aceptar, tolerar también.
Aceptar es abrir un mundo de oportunidades. Tienes la llave, ¿no lo vas a intentar?
NOTA IMPORTANTE: Este post habla estrictamente de diferencias de términos que se hacen en el coaching ontológico. Por supuesto existen comportamientos, situaciones y pensamientos, totalmente intolerables e imposibles de aceptar (el insulto, maltrato, asesinato, menoscabo de la confianza, etc, etc….)
Hay dos ideas que me ayudan mucho a no ser intolerante:
1) Nunca juzgar las acciones de una persona sin conocer sus circustancias.
2) Odiar el delito, pero no al delincuente.
Bajo nuestro punto de vista podemos sentirnos incomodos con ciertos comportamientos. Comunicar que nos sentimos mal es el primer paso para entender lo que pasa y que la otra persona pueda entendernos. La intolerancia solo nos bloquea. La comunicacion es para mi la llave…..
Gracias Victoria!
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