Existe mucha reivindicación de las mujeres por el tema de la brecha salarial y esas quejas se dirigen sobre todo hacia los gobiernos de turno o hacia las empresas para que establezcan políticas de igualdad en las mismas.
Sinceramente no creo que esta sea la vía de solucionarlo, básicamente porque los causantes de la brecha salarial no son los Gobiernos ni las Empresas, como ente abstracto.
Ningún gobierno, al menos democrático, tiene ningún interés en que exista esa diferencia y ninguna empresa tiene ese objetivo entre sus políticas de Recursos Humanos.
¿Qué pasa entonces?
Pues en mi experiencia pasan 2 cosas:
- Hay menos mujeres que escojan trabajos donde se gana más. Yo reviso cada año los salarios de nuestros alumnos que hacen un MBA y los hombres ganan más, simple y llanamente porque se van a consultoría o banca de inversión, que son las empresas que mejor pagan.
¿Por qué pagan más? aparte de porque escogen a los mejores, porque son trabajos que requieren largas jornadas y viajar constantemente. Y las mujeres no quieren llevar esa vida. Las consultoras lo saben y tienen programas de reclutamiento dirigidos a mujeres, porque de sobra conocen que las hay muy buenas pero que no les atrae el sector. Es decir, las empresas tienen políticas para atraer mujeres, nadie tiene que obligarles a adoptar esa política por ley.
- Las mujeres en general, negociamos nuestro salario mucho peor que los hombres. Lo siento pero es así. lo veo todos los días. Somos mucho más apocadas, nos da miedo. Los hombres son más agresivos, saben decir que no, saben plantarse. Habría que indagar por qué nos pasa esto, desde luego demuestra baja autoestima. O igual como me decía una compañera el otro día, aceptamos menos salario porque estamos haciendo una especie de trade-off, por si tenemos que pedir salir antes para ir al médico con nuestros hijos, o a recogerles a la guardería o cualquier urgencia familiar y no sentirnos culpables.
Por tanto, lo primero que tenemos que reflexionar es qué podemos hacer nosotras para subir nuestra autoestima y mejorar nuestras habilidades de negociación, y no tanto pensar en qué van a hacer los demás por nosotros.
Dicho esto, es verdad que hay malas prácticas y que si se sabe que las mujeres negocian mal en algunas circunstancias las empresas se aprovechen. Pero volvemos a lo mismo, no dejemos que lo hagan.