Por Arantza Ríos
Recientemente una persona a la que le hice un proceso de coaching hace un año y medio, me dijo: “Me ayudaste mucho”.
Cuando iniciamos el proceso acababa de tomar la decisión de dejar su trabajo, como consecuencia de una situación de stress sostenido en el tiempo, que no supo gestionar, llegando a enfermar. Entonces, decidió formarse en el área de RRHH con el objetivo de reorientar su carrera profesional hacía ese campo. Su objetivo era ser una 2ª versión de ella misma. Cuando nos encontramos me dijo: ¡lo he conseguido!
¿Y qué has hecho para conseguirlo? Le pregunté, y ella me contesto: “Cambiar yo; he cambiado mucho para ser mejor persona y para sobrevivir. El proceso de coaching me ayudó mucho”.
Entonces le pregunte: ¿Qué es lo que más te ayudo del proceso? Y ella mencionó los siguientes puntos:
- Las preguntas poderosas que me hacías, que nunca antes me había planteado y me ayudaron a ver cosas que antes no veía.
- Tener Mi visión, todavía la conservo y la miro y me sorprendo porque se va cumpliendo. Una vez que tienes la visión ya tienes tu camino a seguir, sin darte cuenta empiezas a caminar en esa dirección. Además, como es lo que quieres y lo que te gusta, es fácil seguirlo.
- Ser un gran observador de mí mismo. Estar atento a lo que siento, pienso y me digo. Llevo un cuaderno donde lo anoto.
- Trabajar mucho mis debilidades, que también las tengo reflejadas en mi visión.
- Cambiar hábitos de vida. El mindfulness me ha beneficiado mucho.
- Me he quitado creencias, te acuerdas que te decía “dónde voy a ir con 40 años”, pues ahora, con 40 años, me como el mundo.
Muchas veces los coachs nos quedamos con la duda de si habremos ayudado a nuestro cliente en su deseo de transformación y mi reflexión, fruto de mi experiencia, es que aquellas personas que quieren cambiar, lo consiguen.
Reblogueó esto en ¿Sin trabajo? Pues me caso.
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