Cuando vivimos en un contexto altamente emocional

Por Victoria Gimeno

Vivimos un tiempo de pandemia, que nos hace de alguna manera ser diferentes, y experimentar en mayor medida unas emociones que otras, no solo a nivel individual, sino también a nivel colectivo.

Para analizar estas emociones, me voy a centrar en la lista de emociones básicas que desarrolló Paul Ekman: alegría, tristeza, miedo, ira, asco y sorpresa, todas emociones involuntarias.

Es obvio que de estas emociones hay una que probablemente es la que, en términos generales, menos hemos sentido, la alegría, aunque por supuesto el ser humano, aún en las peores circunstancias es capaz de ser feliz. Pero siendo realistas es más seguro que hayamos sentido en mayor medida el resto de las emociones.

Tristeza, por haber perdido un familiar, un amigo, un compañero, o por haber tenido a un ser querido muy enfermo. Ira por habernos quedado sin trabajo, sin empresa, o sin planes de vida. Miedo por pensar que podemos enfermar nosotros y nuestros allegados, por creer que podemos perder nuestro negocio o nuestro empleo, o miedo a la incertidumbre y al futuro. Respecto a la sorpresa y el asco, no los voy a tratar, la primera porque es una emoción que dura segundos y desemboca en cualquiera de las otras emociones; y el asco porque la considero más marginal en esta etapa de Covid frente a las demás.

Escribo estas líneas en una época algo más dulce de la pandemia, en la que han salido vacunas, y la gente se empieza a vacunar, aunque sigue la amenaza de que aún vacunados nos podemos contagiar y pueden llegar nuevas cepas.

En cualquier caso, esta es una época de vivir en una montaña rusa de emociones, y la mayoría de ellas son las más dañinas.

Es verdad que las emociones son positivas todas, en el sentido de que nos avisan de peligros y problemas, y que gracias a ellas nos podemos poner en marcha para resolver esos problemas y afrontar esos peligros.  Pero en tiempos de pandemia, estas emociones son sostenidas. El que se queda sin trabajo, lo está durante un tiempo, el enfermo también, el que tiene miedo a perder su dinero también, y son días y días, meses y meses. Y la emoción se puede convertir en un estado de ánimo que pueda llegar a minarnos.

Por simplificar, la tristeza nos puede llevar a la depresión, el miedo a la paralización y al stress, y, la ira a la frustración.

Como seres humanos hemos sobrevivido a siglos y siglos y lo seguiremos haciendo, somos supervivientes, capaces de rehacernos, somos resilientes, y en cada etapa salimos fortalecidos. Para ello tendremos que gestionar nuestras emociones, el miedo, la tristeza y la ira.  El primer paso es detectar la emoción, adquirir conciencia de ella y aceptarla, solo así podremos reflexionar sobre lo que nos está sucediendo, valorarlo y emprender los cambios necesarios para continuar nuestro camino.

Volveremos de una batalla, pero regresaremos vivos.

Coaching
Coaching sistémico

En busca de ti mismo

Entendiéndonos como parte de sistemas interrelacionados: coaching sistémico

Por Victoria Gimeno

¿Por qué un problema en el trabajo nos lleva a tener un mal día en nuestra casa?, ¿por qué el comportamiento de nuestra suegra afecta a la familia que hemos creado?, ¿por qué un amigo hace un comentario y tiembla nuestra pareja? Muy sencillo, todos formamos parte de sistemas que están interconectados y la crisis en uno de ellos, familia, trabajo, pareja, círculo de amistades, etc… , produce un sunami en el resto.

Coaching

Quejarte no es la solución

Por Victoria Gimeno

En mi anterior post, veíamos como Pablo tenía un jefe que era muy simpático pero no era empático y que no se daba cuenta de que Pablo no se siente reconocido, no le lleva a las reuniones, no le aumenta el sueldo ni le promociona.

Y Pablo se queja y se queja con el mismo, en su diálogo interno. Pero esa queja no le lleva a resolver su problema, solo le lleva a intoxicarse más y más. Entra en la espiral de la queja donde esta se autoalimenta,  crece, le hace más daño y le merma cada vez más sus posibilidades para encontrar una solución.Queja Mafalda

A corto plazo, no hablar con su jefe, le da a Pablo una cierta comodidad, delega su responsabilidad en su jefe, pero a largo plazo se convierte en una víctima de su realidad.

Nosotros, lectores, sabemos cómo es la situación porque la vemos desde fuera. Sabemos que Pablo es muy valioso para su jefe, también que si no hablan, las cosas no van a cambiar y que Pablo se va a acabar yendo de la empresa. Y también sabemos que su jefe está contento con él, pero al no ser empático no va a dar un paso.

El otro día, le recomendamos a su jefe que entrenase la empatía, hoy vamos a recomendar a Pablo que hable con su jefe, que deje de quejarse en ese diálogo  que sostiene consigo mismo y que pase a la acción,  que mantenga con su jefe un diálogo reparador, porque sabemos  que si le pide a su jefe lo que él considera justo, este le va a intentar mejorar todos  los aspectos que el siente que se merece, porque su jefe le necesita y le gusta cómo trabaja y no le quiere perder.

Si, sé que es muy fácil desde fuera saber lo que tiene que hacer Pablo, porque no estamos dentro de su realidad. Pero esto es el coaching, sacar a Pablo de su realidad y conseguir que la mire desde fuera, que observe con otras lentes lo que le pasa. En el coaching queremos que deje de ser una víctima, que tome las riendas de su futuro, que sea responsable y que prepare esa conversación que tiene que mantener con su jefe.

Para ello, le vamos a dar a Pablo algunos consejos:

  1. El primero que analice las creencias que tiene y le impiden dar el paso. Por ejemplo, ¿por qué piensa que su jefe no le da pie?, ¿qué le lleva en el fondo a pensar que no tiene que hablar con él?, etc…
  2. Que el mismo sea empatico
  3. Que piense detenidamente qué es lo que reclama
  4. Que busque el mejor contexto, lugar y momento para hablar con él
  5. Que no pierda la serenidad en la conversación
  6. Y que busquen entre los dos la mejor alternativa

Muchas veces nuestros juicios nos llevan a no intentarlo y entramos en la queja silenciosa, y vivir en la queja es vivir en la amargura.

Para terminar, me viene a la memoria este proverbio oriental: Si tu mal tiene remedio, ¿por qué te quejas? Si no lo tiene, ¿por qué te quejas?

Coaching

Empatía o simpatía, ¿una obvia distinción?

Por Victoria Gimeno

El otro día Pablo me dijo: “Mi jefe es muy simpático, y cuando me ve siempre me da una palmada en la espalda felicitándome y diciéndome ¡ánimo campeón! Y  a por la próxima,   pero no comprende cómo me siento en este trabajo, no se me reconoce, no me lleva a las reuniones,  ni me aumentan el sueldo ni me promociona. Y yo tampoco me atrevo a decírselo porque no me da pie a ello”.

El jefe de Pablo es,  como el mismo dice, simpático pero no es empático.

La simpatía  es un rasgo de la personalidad, del carácter, algo que surge espontáneamente,  nace por afinidad hacia la otra persona, como podría ser hacia una obra de arte o a cualquier objeto. Que una persona te caiga bien afectivamente es simpatía,  ponerte en su pellejo,  sentir y pensar como él, aunque no lo compartas y sin juzgarle, es empatía.

La falta de  empatía de su jefe puede llevar a Pablo, aun siendo el mejor empleado,  a que se vaya de la compañía.empatia imagen

Como vemos, simpatía y empatía son independientes,  podemos  sentir por una persona una u otra, las dos o ninguna de las dos.

Mientras que la simpatía, es un don que no se puede aprender, la  empatía es  una habilidad, se puede aprender y entrenar.

El jefe de Pablo si no se entrena, no entenderá lo que necesita este para seguir desempeñando su trabajo, no podrá negociar con él.  Y si Pablo se va, no entenderá por qué y no le perdonará y se enfurecerá.

Sin empatía, no podemos desarrollar el resto  de habilidades de la inteligencia emocional que son las que nos hacen tener éxito, por ejemplo, no entenderemos ni conoceremos nuestras emociones, no seremos capaces de gestionarlas, tampoco encontraremos razones para motivarnos y así motivar a los otros, ni desarrollaremos  relaciones efectivas con los demás.

Ahora  que sabemos que la empatía se  puede entrenar, vamos a dar unos consejos al jefe de Pablo para que lo haga:

  1. Que escuche, no solo sus palabras, también sus gestos y su corporalidad. Lo que dice y lo que no dice
  2. Que  detecte sus emociones
  3. Que no juzgue
  4. Que se ponga en sus zapatos,  con las experiencias anteriores que tiene Pablo, con sus creencias, con sus circunstancias
  5. Y que se tome su tiempo

Hoy nos hemos centrado en el jefe de Pablo, otro día nos centraremos en Pablo,  en ¿para qué Pablo no habla con su jefe?

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Empezamos de cero: Una nueva oportunidad

Por Arantza Ríos

La protagonista de esta historia se llama Juana. Juana es madre de familia numerosa, tiene un cargo directivo en una empresa y un marido con una gran pasión: la caza. Esta pasión del marido ha producido muchas amarguras a Juana debido a que, en época de caza, durante los fines de semana, su marido salía muy temprano y regresaba el domingo por la tarde. Cuenta Juana que en ocasiones, siendo los niños pequeños, alguno se le ha puesto enfermo, lo ha tenido que llevar al hospital de urgencias y para que los otros no se quedaran solos, ha tenido que pedir a su madre o a alguna amiga que fuera a su casa, para quedarse al cuidado de sus otros hijos hasta que ella regresara. Cuando su marido volvía de caza, ella le reprochaba que la había dejado sola y que además de ocuparse ella de todo, había tenido que arreglárselas pidiendo ayuda a otras personas. Ante esta situación, ella, me explicaba, que se sentía triste, furiosa e insatisfecha de su relación.

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Hace algún tiempo coincidí con Juana y le pregunté, entre otras cosas, por su marido y si seguía cazando. Ella me contesto que sí y  que había decidido no amargarse más la vida. En este sentido, ella me explicó que se había dado cuenta de que su marido nunca iba a dejar de cazar y de que además, prefería ver feliz a su marido volviendo de caza, que verle malhumorado por no haber ido, a pesar de la carga que esto suponía para ella.

En esta ocasión, Juana vio que podía haber distintas opciones: que su marido cambiara, negociar con él para que él se quedara algunos fines de semana y ella saliese, asumir que sobre este asunto no iba a cambiar, etc. Después de evaluar los pros y los contras  de cada alternativa decidió que lo mejor para sentirse bien y para el bienestar de su relación y de su familia, era asumir que su marido no iba a cambiar.

Esta decisión supuso para ella pasar de un estado de RESIGNACIÓN donde Juana se sentía víctima, a la ACEPTACIÓN, una decisión que le permitió “pasar página” y “quitarse una losa” que le hacía sentirse mal. Sin duda, Juana nos ha enseñado una manera de cómo afrontar, de forma responsable y práctica, circunstancias que no están en nuestra mano cambiar.

Cuando una persona está en una situación de RESIGNACIÓN, nuestra labor como coachs, es empujarles hacia la ACEPTACIÓN. Esto le ayudará a liberarse de esa carga y a vivir mejor. No es un proceso sencillo pero vale la pena intentarlo.

Ahora te propongo que te preguntes: ¿tengo algo que ACEPTAR en mi vida?

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Mostrar gratitud

Por Victoria Gimeno

La gratitud es una emoción que consiste en que nos sentimos satisfechos con lo que nos dan, ya sea otra persona o el mundo en general.

Es una emoción muy positiva, que nos hace sentirnos felices y que es incompatible con sentirnos desgraciados y víctimas,  y cierra la puerta a las  emociones negativas como la ira, el resentimiento, tristeza o la rabia. Y sin embargo abre la puerta a la alegría, a la tolerancia y a la generosidad.

Muchas personas  no agradecen nada porque creen que se lo merecen todo. Otras  tienen una serie de creencias que les limitan a la hora de mostrar su gratitud, creencias como pensar que la gente hace las cosas por su propio interés o esperando un favor.  Estas creencias, ¿para qué nos sirven, si no nos hacen sentirnos bien ni  tampoco nos sitúan en un mundo feliz, sino todo lo contrario?

Muchas veces me encuentro con jefes que no agradecen a sus subordinados la realización de una tarea porque lo consideran parte de sus obligaciones y su sueldo, y con ello solo consiguen que estos pierdan su motivación y compromiso.

¿Quién no sé siente bien cuando hacemos un mínimo  gesto a alguien que nos lo agradece con cariño y de corazón? El agradecimiento genera lazos entre la gente, buenas relaciones, nos hace ser simpáticos y caer bien.

La gratitud hace que te fijes en lo positivo, te ayuda a relativizar los problemas, a aprender de ellos y a salir de las dificultades y crisis en las que te encuentres.gratitud 2Muchos piensan que el agradecimiento es decir ”gracias”,  pero no es así. Si bien es una de las expresiones del mismo,  en realidad es decir “gracias “, no solo con la palabra, también con una mirada,  con una sonrisa, con una caricia, con todo tu cuerpo. No como un gesto mecánico.

Tampoco mostrar gratitud es fingir o engañarnos a nosotros mismos, cuando algo no nos gusta, no tenemos que mostrar gratitud. Simplemente es apreciar el esfuerzo, lo que hacen por nosotros, los momentos que nos ofrecen. Es buscar lo positivo a tu alrededor.

¿Cómo serían nuestras relaciones y el mundo si todos mostrásemos gratitud, si todos valorásemos lo que nos dan?

Desde El blog de Ava, te animamos a que practiques la gratitud. Empieza hoy mismo.

Haz tu lista cada noche de al menos tres cosas buenas que te hayan pasado cada día y que quieras agradecer, seguro que las encuentras. Y cada mañana agradece que hayas despertado, que tengas un día por delante en el que pueden suceder cosas maravillosas. Y agradece al camarero el café de la mañana, y a tu equipo que hacen las cosas lo mejor que pueden y a tus padres que se preocupan por ti, y a tus hijos que te quieren… ¡¡¡ Hay tanto que agradecer!!!

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Tú eliges: esclavitud o libertad

Por Victoria Gimeno

No perdonar es llevar una losa a la espalda, es no poder mirar y entrar en el futuro, no pasar página y sentir una y otra vez, resentir, el agravio, la traición, el engaño, el abandono, la rabia, el deseo de venganza, el odio o el dolor que nos causaron.

Nietszche definía el resentimiento como la emoción del esclavo, “no porque el esclavo sea resentido, sino porque quien vive en el resentimiento, vive en la esclavitud”.

Al único que perjudica el resentimiento es a nosotros mismos. La otra parte, “el depredador”, mientras tanto  no siente nada, no le pasa nada, no tiene ningún problema. El rencor nos destruye por dentro, nos encarcela, nos deprime y nos aísla, cerrándonos  las puertas al crecimiento personal y al aprendizaje.

Cuando perdonamos, por el contrario, nos estamos beneficiando a nosotros mismos, no al otro. No estamos liberando al otro, sino que nos estamos liberando a nosotros mismos.  Pensar que al perdonar estamos justificando al otro es un error, lo que hizo  si estuvo mal no lo disculpamos, tampoco implica que lo olvidemos, ni que volvamos a relacionarnos con él,y si no satisfizo nuestras expectativas, pues eso no podemos cambiarlo, pero lo que si hacemos al perdonar es dejar de llevar ese peso a nuestra espalda, liberarnos de todas las emociones negativas que nos produce el resentimiento, odio, deseos de venganza, ira, desconfianza, baja autoestima… todas emociones que son incompatibles con la felicidad, además de tener graves consecuencias para nuestra salud.

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El psicólogo Norberto Levy dice que perdonar y comprender son conceptos muy parecidos y lo que facilita el perdón es la comprensión.  En este sentido,nos deberíamos preguntar qué le pasó a la otra  persona para hacer lo que hizo, cuál era la brecha entre su  expectativa  y la nuestra, y en qué pudimos nosotros contribuir a que nos hirieran.

A corto plazo, no perdonar nos beneficia porque la culpa no está en nosotros, ¡pobres víctimas!, pero si no asumes parte de tu responsabilidad, como ya hemos escrito en este blog,  “si no formas parte del problema, no formas parte de la solución”.

El resentimiento es una conversación interna, que tienes contigo mismo, y una y otra vez te recuerdas el daño que te ha causado, te alimentas de mal rollo, te carcome por dentro, no das tregua al sufrimiento, ni al odio, ni al deseo de venganza.

Después de todo lo que he escrito, ¿para qué no vas a perdonar?. Te recomiendo el siguiente ejercicio:

Coge un bolígrafo y un papel, y escribe una lista de las personas a quienes no has perdonado, y a la derecha de cada nombre pon lo que hicieronCierra los ojos, y diles que les perdonas, no que les validas, ten una conversación con cada uno de ellos.

Ahora haz otra lista, esta vez escribe los nombres de las personas a las que tú has agraviado y no has pedido perdón,  a su derecha  pon lo que tú les hiciste. Cierra los ojos y pídeles perdón, aunque nada pueda cambiar y ellos no lo puedan olvidar.

Por último, haz otra lista, y escribe todo lo que te tienes que perdonar a ti mismo, todo aquello de lo que te sientes culpable. Vuelve a cerrar los ojos y perdónate a ti mismo.

Coaching

Las malas pasadas que nos juega el stress

Por Arantza Ríos

Cierto nivel de tensión te mantiene alerta pero sobrepasado este nivel, todo se vuelve en tu contra.

Cuando vivimos épocas de stress nuestro umbral de atención es muy bajo y todo ello se refleja en que estás más distraído, más irascible, más lento de reflejos, disminuye tu capacidad para tomar decisiones, pierdes memoria, etc. Entonces, ante una situación imprevista tu capacidad de respuesta y nivel de atención bajan.

Veámoslo con este ejemplo que me ocurrió. Un día, estando en unos grandes almacenes, a las afueras de Madrid, me olvidé el bolso en un cuarto de baño y alguien me lo robó. En el bolso llevaba el móvil, mi cartera y la de mi marido y en las carteras, ambos llevábamos varias tarjetas de crédito, documentación, etc.

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Ante esta situación, mi reacción fue primero de angustia, al pensar “si ya no me da la vida para lo que tengo que hacer, ¿de dónde voy sacar el tiempo para volver a solicitar toda mi documentación, tarjetas, etc.?” y después, de bloqueo y pérdida de memoria. Llamé para cancelar algunas tarjetas y al rato era incapaz de recordar qué tarjetas había cancelado y cuáles no, por lo que tuve que realizar varias llamadas para una gestión tan sencilla como esta. Me estaba resultando una losa tremenda realizar estas gestiones.

Mientras tanto, mi marido, pensó: “que suerte, al menos tengo las llaves del coche y las de casa para poder regresar y entrar”. El realizó todas sus gestiones con calma y eficacia. En un momento había cancelado todas sus tarjetas, además de cancelar mis móviles y continuó ayudándome a mí con mis gestiones.

La conclusión que saqué de esta experiencia es que el olvido del bolso en el cuarto de baño es una señal de que mi nivel de atención por las cosas ha disminuido. También podéis pensar que un olvido lo tiene cualquiera, pero no fue el caso. La diferencia entre olvido por distracción y olvido por el bajo nivel de atención, causado por el stress, es la respuesta que yo tuve: angustia, bloqueo y pérdida de memoria.

A través de este ejemplo podemos ver que, ante una misma situación, dos personas reaccionan muy diferentemente en función de cuál sea el grado de stress al que están sometidos en ese momento.

Para reducir el nivel de stress, ATREVETE a:

Delegar, con ello beneficias a las personas en las que delegas, porque les ayuda a desarrollarse y a ti porque reduces tu carga de trabajo. No te escudes en pensar que pierdes el control o el poder, en que tú lo haces mejor que los demás, etc.

Decir que no cuando sabes que ya vas a tener dificultades en cumplir los plazos con la actividad que tienes y te siguen solicitando trabajos.

Pedir o buscar ayuda cuándo lo necesites, y antes de estallar. Verás cómo las personas que te aprecian estarán encantadas de ayudarte.

Intentar trabajar más en equipo. El equipo suma más que las partes.

No dejar toda la energía en el trabajo. También necesitas energía para afrontar las actividades posteriores a tu jornada laboral.

Y por supuesto, intenta dedicar todos los días algo de tiempo a hacer alguna actividad que te guste: practicar algún deporte, leer, ir al cine, meditar, dar un paseo, cenar o comer con amigos, con tu familia, etc. Mantén tu Plan Energético siempre activo.

Coaching

¿Qué te falta por saber de ti?

Arantza Ríos

Está demostrado que el éxito que alcance una persona depende del nivel de Autoconocimiento de sí mismo que tenga.

En los procesos de coaching, las primeras sesiones siempre las dedicamos al autoconocimiento. ¿Por qué? Porque para mejorar y conseguir un determinado objetivo o resultado, lo primero que hay que saber es cómo soy yo, para a partir de aquí, ver qué puedo hacer para conseguir lo que me falta y cómo me puedo apoyar en lo que tengo para conseguir mi objetivo.

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Hay personas que se sienten insatisfechas en su vida profesional y personal por falta de autoconocimiento. Los motivos que les han podido llevar a esta situación son varios: desconocen cuáles son sus puntos ciegos (no son conscientes de lo que no saben), actúan de forma pasiva con su desarrollo profesional y personal, se apoyan demasiado en sus puntos fuertes, tienen áreas importantes de desarrollo no identificadas, etc.

A continuación te indico diez razones por las que deberías conocerte a ti mismo:

  1. Para poder saber en qué entornos profesionales encajas, y por lo tanto puedes trabajar satisfactoriamente, y en cuáles no.
  2. Para saber en qué eres bueno y malo profesionalmente
  3. Para saber qué habilidades tienes y cuales te faltan
  4. Para saber si trabajas mejor de forma individual o colectiva
  5. Para saber qué trabajos sabes hacer y cuales no
  6. Para saber gestionar tu vida personal y profesional
  7. Para gestionar mejor tus emociones
  8. Para saber cómo tu forma de ser influye en los demás
  9. Para conocer cómo tu forma de trabajar afecta a tus relaciones
  10. Para mejorar tus puntos débiles

 Y todo ello te servirá para ser mejor persona y profesional y tener éxito en las decisiones que tomes respecto a tu vida.

¿Cómo puedo mejorar mi autoconocimiento?

Si me preguntáis por la Autoevaluación como herramienta de autoconocimiento, os la desaconsejo porque evaluarse a uno mismo, generalmente conduce a engaño, porque nos vemos mejor de lo que somos.

Podéis utilizar la Autobiografía, esto es, escribir en una hoja vuestra vida personal y profesional. El hecho de pararte a pensar sobre lo que te ha sucedido en el pasado, cómo actuaste en las distintas situaciones y que consecuencias o resultados tuvo, te ayuda a tomar decisiones.

En mi opinión, preguntar a los demás, esto es, pedir feedback es la mejor manera de descubrirse así mismo. En al post de este blog titulado “Soy otro desde que recibí feedback” menciono una herramienta que utilizamos los Coachs, con mucho éxito en los procesos de coaching, para que los coachees ò clientes reciban feedback de su entorno laboral y personal: Mi Imagen Pública.

Recuerdo un cliente que cuando comenzamos el proceso de coaching me dijo que uno de los cambios que quería conseguir era mejorar la relación con su equipo. Cuando les pidió que le ayudarán a confeccionar su imagen pública, se dio cuenta de que el equipo lo tenía en muy alta consideración, lo veían como un jefe cercano, que les apoyaba, con el que podían hablar, sin embargo lo que si destacaban como debilidad era que les dedicaba poco tiempo. Esta información le sorprendió gratamente y le ayudo mucho a redefinir su objetivo.

En mi caso, las herramientas de autoconocimiento me han ayudado a entender por qué me siento tan incómoda ante determinadas situaciones o relaciones personales y laborales, qué escenarios me producen un nivel de stress altísimo, en que entornos prefiero para trabajar. El ser consciente de todo esto me ayuda a entender y gestionar mejor mis emociones y a sentirme más satisfecha en mi vida personal y profesional.

Coaching

Conviértete en coach para tus hijos

Por Victoria Gimeno

Este post está dedicado a todos los lectores de El blog de Ava que son padres

Una vez leí, hace muchísimos años, en una novela que se desarrollaba en China, que intentamos ponernos a la altura de lo  que se espera de nosotros, y la verdad es que siempre he guardado esta frase en la memoria porque siempre he estado de acuerdo.

Nosotros lo intentamos, otra cosa es que lo consigamos. Si esperan que seamos ingenieros de telecomunicaciones y no nos dan más opciones o no nos preguntan qué es lo que realmente queremos hacer,  y no somos capaces de entender las matemáticas que nos piden en esa carrera, lo más seguro es que fracasemos en el intento y lo peor es que nos frustremos por no ser capaces de ponernos a la altura de lo que se espera de nosotros.

Analizando un punto en común de todas las expectativas que los padres puedan tener sobre sus hijos, encuentro, además de la felicidad, concepto etéreo y vago, que los padres quieren que sus hijos sean autónomos. Qué se sepan valer por sí mismos, y salgan adelante.

Si definimos el coaching como una metodología de desarrollo que te permite aprender para alcanzar tus objetivos de la manera más eficiente posible, sin duda esta técnica la deberían conocer los padres para desarrollar el talento de sus hijos y potenciarloUn padre coach, ayudaría entonces a sus hijos a descubrir sus habilidades, aumentar su autoestima, desarrollar su inteligencia emocional, hacerles responsables de su presente y su futuro, hacer que sean sus hijos quienes definan sus alternativas y objetivos, hacerles ver el camino que tienen que recorrer para conseguirlo, retarles y por supuesto, acompañarles.

Podemos pensar que queremos ser padres coaches, pero, ¿cómo lo padres hijosconseguimos? Las recetas son difíciles de dar, los consejos no tanto, aquí dejo una lista de ellos que creo pueden ayudar:

  • Confiando en nuestros hijos creyendo que pueden conseguir todo lo que se propongan.
  • Calidad de la escucha. No solo lo que nos comunican con palabras, también con el cuerpo y las emociones. Escucha al 100%.
  • Dándole otras gafas para mirar el mundo. Haciendo que miren otras perspectivas.
  • No queriendo que cumplan los sueños que tuvimos y no pudimos alcanzar.
  • Respetando la realidad que construyen.
  • Dejando que  tomen decisiones.
  • Celebrando sus logros, analizando sus no logros para que sepan por qué se produjeron.
  • Asumiendo comportamientos coherentes.
  • Dejándoles soñar.
  • Presentándoles retos. Ampliando su zona de confort.
  • No transmitiendo nuestros miedos a nuestros hijos.
  • Ayudándoles a conocer sus emociones, qué las provocan, los efectos que tienen y  cómo controlarlas en sus relaciones interpersonales. Además de reconocer y controlar tus propias emociones
  • Enseñándoles que el fracaso sirve para aprender. Generando actitudes positivas.
  • Desarrollando su empatía. Y por supuesto la tuya poniéndote en sus zapatos.
  • Facilitándoles sus relaciones con los demás, aprendiendo a compartir.
  • No poniéndoles etiquetas. Las etiquetas pueden construir su auto concepto.
  • Permitiendo que se descubran a sí mismos, sus habilidades, sus gustos, sus talentos. Planteándoles nuevas actividades, pintura, música, gimnasia rítmica o baile.

La tarea de ser padre no es fácil, la de ser un padre coach menos todavía. ¿vas a intentar este reto?

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