Por Victoria Gimeno

El otro día Pablo me dijo: “Mi jefe es muy simpático, y cuando me ve siempre me da una palmada en la espalda felicitándome y diciéndome ¡ánimo campeón! Y  a por la próxima,   pero no comprende cómo me siento en este trabajo, no se me reconoce, no me lleva a las reuniones,  ni me aumentan el sueldo ni me promociona. Y yo tampoco me atrevo a decírselo porque no me da pie a ello”.

El jefe de Pablo es,  como el mismo dice, simpático pero no es empático.

La simpatía  es un rasgo de la personalidad, del carácter, algo que surge espontáneamente,  nace por afinidad hacia la otra persona, como podría ser hacia una obra de arte o a cualquier objeto. Que una persona te caiga bien afectivamente es simpatía,  ponerte en su pellejo,  sentir y pensar como él, aunque no lo compartas y sin juzgarle, es empatía.

La falta de  empatía de su jefe puede llevar a Pablo, aun siendo el mejor empleado,  a que se vaya de la compañía.empatia imagen

Como vemos, simpatía y empatía son independientes,  podemos  sentir por una persona una u otra, las dos o ninguna de las dos.

Mientras que la simpatía, es un don que no se puede aprender, la  empatía es  una habilidad, se puede aprender y entrenar.

El jefe de Pablo si no se entrena, no entenderá lo que necesita este para seguir desempeñando su trabajo, no podrá negociar con él.  Y si Pablo se va, no entenderá por qué y no le perdonará y se enfurecerá.

Sin empatía, no podemos desarrollar el resto  de habilidades de la inteligencia emocional que son las que nos hacen tener éxito, por ejemplo, no entenderemos ni conoceremos nuestras emociones, no seremos capaces de gestionarlas, tampoco encontraremos razones para motivarnos y así motivar a los otros, ni desarrollaremos  relaciones efectivas con los demás.

Ahora  que sabemos que la empatía se  puede entrenar, vamos a dar unos consejos al jefe de Pablo para que lo haga:

  1. Que escuche, no solo sus palabras, también sus gestos y su corporalidad. Lo que dice y lo que no dice
  2. Que  detecte sus emociones
  3. Que no juzgue
  4. Que se ponga en sus zapatos,  con las experiencias anteriores que tiene Pablo, con sus creencias, con sus circunstancias
  5. Y que se tome su tiempo

Hoy nos hemos centrado en el jefe de Pablo, otro día nos centraremos en Pablo,  en ¿para qué Pablo no habla con su jefe?

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