Por Arantza Ríos
Desde que Susana supo que era PAS su vida cambió. Se encontró más consigo misma, descubrió cosas que le hicieron sentirme más segura y fue una Susana más plena, con más recursos, más completa. Se puso manos a la obra y empezó a aprovecharse de ese don que tenía por ser PAS.
Fue más consciente que nunca de cómo le afectaba el stress y buscó todos los recursos a su alcance para hacerle frente, vencer el stress fue una de sus principales batallas. Se dio cuenta de que su familia, sobretodo sus hijos que derrochaban alegría, era una fuente de energía y una vacuna antistress, por lo que trataba de pasar todo el tiempo que podía con ellos. También, descubrió situaciones y escenario que le reportaban calma y bienestar, como la naturaleza, un paisaje bonito y los entornos rurales. Antes no era consciente de ello y ahora lo iba identificando e iba en su búsqueda.
Empezó a darse cuenta de cómo los comportamientos y actitudes de otras personas, hacía ella, le podían influir con tanta fuerza. Y También, de su preocupación por las personas de su alrededor, para que se sintieran siempre bien y desde entonces, comenzó a verlo como algo natural.
Fue entonces muy consciente de la sensación que le transmitían los espacios, la decoración de un determinado lugar, la posición que ocupaba en una mesa de un restaurante, en una cena con amigos, y procuró, siempre que pudo, aprovecharse de ello y buscar lugares y posiciones que le trasmitían sensaciones positivas.
Aumentó su curiosidad por observar en personas de su entorno, compañeros y amigos, comportamientos y actitudes propios de PAS, llegando a reconocerlas e identificarlas claramente en algunos de ellos. Hasta ahora, nunca se había parado a pensar en esto y ahora, era capaz de reconocer a otros PAS. Esto le hacía sentirse mejor, se daba cuenta de que no era la única persona así, pero sin embargo, en la mayoría de las ocasiones no se atrevía a compartirlo con estas personas por miedo a que no lo entendieran y en consecuencia lo rechazaran.
Ya que la empatía era una de sus grandes capacidades, decidió dedicar más tiempo a conversar y a entender a los demás y a prestar más atención a las necesidades de los que la rodeaban. Se convirtió en una persona más cercana y más abierta, aún. Pensaba: “si no lo hago yo, que soy PAS, ¿quién lo va a hacer?”
En alguna ocasión, en la que se ponía de manifiesto su lado sensible y sus compañeros la tachaban de ello, llegó a decirles que eso era debido a que era una persona PAS, aunque todavía no se atrevía a decirlo muy alto por miedo al qué dirán, porque ahora sí que era plenamente consciente de que las personas con menos sensibilidad no lo entienden, porque ellos no lo viven así.
Desde entonces, estaba muy atenta para seguir descubriendo en ella nuevas capacidades como PAS, al mismo tiempo que le restaba importancia a todo aquello que, por su gran sensibilidad, le afectaba negativamente y trataba de disfrutar de su don y compartirlo con los demás. La nueva Susana era una Susana más feliz.
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