Por Victoria Gimeno

Lo que nos pasa, bueno o malo, no tiene tanto efecto en nuestras emociones y en nuestros estados de ánimo como lo que nos decimos sobre lo que nos pasa.

Esto significa que nuestro sentir lo construimos con nuestro lenguaje.

Si partimos de la vuelta de las vacaciones de verano, ante una única realidad que es volver a la rutina,  podemos encontrar personas que se digan cosas distintas:

  • “¡Qué bien volver a mi casa y a mis cosas, al tiempo frio que me hace ponerme una mantita, a ahorrar y volver a ir al cine!”
  • “’¡Qué horror, se acabó la libertad, volver a soportar los madrugones, el trabajo, el frio invierno…!”

En el primer caso, nuestro estado de ánimo será de alegría, mientras que en el segundo de tristeza y de pérdida.

Las emociones y los estados de ánimo se contagian, y además de tener efectos sobre la realidad que conformamos y por tanto sobre nuestra actuación, tienen un efecto más allá, sobre los que nos rodean, sus realidades y sus acciones.

Un sentimiento no solo es de un individuo, también lo es de un grupo, de una empresa, organización y de un país.

Cuando me encuentro con un coachee que está en un estado de ánimo negativo, tristeza, resignación, miedo, etc… provocado por un hecho concreto como la vuelta de vacaciones, le pido que haga una lista de las cosas positivas que tiene volver de vacaciones, y le pido que la rellene con 10 puntos, al final siempre es capaz,  por muy desgraciado que sea el acontecimiento, de encontrar oportunidades, motivos para cambiar su estado de ánimo.

Al final un estado de ánimo nos llega sin buscarlo, pero mantenernos en él es únicamente nuestra responsabilidad.

Un comentario

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s